Debemos reconocerlo. Los optimistas tienen razón: de todas las catástrofes sale algo bueno. Puede que la última crisis financiera internacional haya dejado atrás enormes daños en términos de desempleo y desigualdad, pero no es menos cierto que este fenómeno ha llamado la atención de todos los economistas, despertándoles de su letargo, obligándoles a ponerse en guardia. El mundo entero les ha hecho la misma pregunta que Martin Wolf a Larry Summers: "¿(Acaso no) indica lo que ha ocurrido en los últimos años simplemente que los economistas (académicos) no entendieron lo que estaba sucediendo?"
Dicho interrogante queda enmarcado en el intenso debate sobre la necesidad de cambios en en la enseñanza y el estudio de la Economía. Algo se estará haciendo mal en las facultades de Económicas cuando parece que nadie anticipó el mayor cataclismo desde la Gran Depresión. No se trata solo de la demanda por parte de los alumnos para una revisión de los planes de estudio. Los economistas dedicados a la docencia y la investigación han comenzado a cuestionar sus herramientas y métodos de trabajo, en busca de un enfoque más plural. Robert J. Shiller (Nobel de Economía en 2013) ha sido uno de ellos, animando a completar la formación de los economistas con otras disciplinas como la Historia.
¿Qué Historia? La Historia Económica. ¿Y para qué sirve la Historia Económica? La Historia Económica es algo así como una gran base de datos, un disco duro con una capacidad de almacenamiento abrumadora que nos permite tener una perspectiva de la marcha de la economía a largo plazo. Disponer de una herramienta como esta es fundamental para todo aquel que busque una visión lo más amplia posible sobre cualquier suceso de índole económica, social o política. Por ejemplo, la Historia Económica puede darnos muchas pistas en la investigación acerca de por qué los países ricos son ricos y los pobres son pobres, o lo que es lo mismo, por qué el mapa de aquí abajo está coloreado así:
"De entre materias fundamentales como la Historia, la Estadística o la Teoría Económica, creo que la Historia Económica es de lejos la más importante (...). La economía se ocupa del estudio de un proceso único que se desarrolla en un tiempo histórico. Así, nadie puede aspirar a entender los fenómenos económicos de una época sin conocer sus hechos históricos (...). La mayoría de los errores que con frecuencia se cometen en el análisis económico se deben a la falta de conocimientos históricos, más que a cualquier otra carencia de herramientas para el estudio".
Algo parecido nos recordaban Ekelund y Hébert para introducir su Historia de la teoría económica y de su método: "El tema de la economía, el proceso a través del cual se toman las decisiones humanas, se orienta hacia adelante, mientras que la historia está orientada hacia atrás. Pero los humanos sólo pueden juzgar dónde están en términos de dónde han estado". En definitiva, el economista debe entender el ayer para hablar del mañana. Como me enseñó Elena San Román en sus clases de Historia Económica de España, modelo económico infalible solo hay uno: el que estudiamos en Historia.
¿Qué Historia? La Historia Económica. ¿Y para qué sirve la Historia Económica? La Historia Económica es algo así como una gran base de datos, un disco duro con una capacidad de almacenamiento abrumadora que nos permite tener una perspectiva de la marcha de la economía a largo plazo. Disponer de una herramienta como esta es fundamental para todo aquel que busque una visión lo más amplia posible sobre cualquier suceso de índole económica, social o política. Por ejemplo, la Historia Económica puede darnos muchas pistas en la investigación acerca de por qué los países ricos son ricos y los pobres son pobres, o lo que es lo mismo, por qué el mapa de aquí abajo está coloreado así:
Países según nivel de PIB per cápita (Fondo Monetario Internacional, 2014) |
Los motivos de todo hecho presente se encuentran en el pasado, y el problema de la distribución de la renta es solo uno entre infinitos casos. Puede que la Historia no nos desvele cuál es el remedio, pero sin la objetividad y claridad de pensamiento que ella nos proporciona ni siquiera seríamos capaces de hacer un diagnóstico de la enfermedad. Esto que digo no es ninguna novedad. El gran Joseph A. Schumpeter ya apuntó en su momento en la misma dirección:
"De entre materias fundamentales como la Historia, la Estadística o la Teoría Económica, creo que la Historia Económica es de lejos la más importante (...). La economía se ocupa del estudio de un proceso único que se desarrolla en un tiempo histórico. Así, nadie puede aspirar a entender los fenómenos económicos de una época sin conocer sus hechos históricos (...). La mayoría de los errores que con frecuencia se cometen en el análisis económico se deben a la falta de conocimientos históricos, más que a cualquier otra carencia de herramientas para el estudio".
Algo parecido nos recordaban Ekelund y Hébert para introducir su Historia de la teoría económica y de su método: "El tema de la economía, el proceso a través del cual se toman las decisiones humanas, se orienta hacia adelante, mientras que la historia está orientada hacia atrás. Pero los humanos sólo pueden juzgar dónde están en términos de dónde han estado". En definitiva, el economista debe entender el ayer para hablar del mañana. Como me enseñó Elena San Román en sus clases de Historia Económica de España, modelo económico infalible solo hay uno: el que estudiamos en Historia.
Manuel V. Montesinos
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ResponderEliminarMuy interesante esta información Manuel.
ResponderEliminarGracias por compartir tus conocimientos con nosotros.